Cada vez que leo un articulo de opinión, me da pánico escribir, la arrogancia, la prepotencia, la ausencia de objetividad analítica y un montó de emociones que deja el escritor en sus epístolas, me llevan a pensar: ¿están opinando o se esa juzgando?. Es claro que siempre que quiere dar soluciones a las cosas que se analizan, es lo más recurrente, pero nunca se hace desde una esfera de la razón, sino desde un enfoque de la emoción.
Opinar es necesario, es más, es, en este momento, un fuerte fortín para los dirigentes, sin embargo, a veces caemos en el circulo vicioso de imponer nuestros conceptos; esto está bien, siempre y cuando se tanga es sustento técnico y discursivo para tal fin. Me he encontrado juicios de valor fuertes en algunas personas que opinan en mi pueblo, pero que distan de la realidad y de la dinámica social, y particularmente, no tiene el más mínimo juicio político, creyendo de la política un simple hecho ideológico.
En este sentido, creo que opinar sobre la opinión es necesario, es la construcción permanente de ideas, desde la diversidad se crea la ciencia; los monólogos ideológicos que disponen nuestros querido amigos paladines de verdades tibias, no son más que variaciones al rededor de la nada, que decir verdad lo que genera es división, odio y rencor. El poder de la palabra es tan grande, que todo inició con una palabra.
¿Qué hago yo opinando? justamente tratando de adoctrinar en métodos de exposición de ideas, que no implique la imposición de sus argumentos, ni el absolutismo en sus palabras, es simplemente generar debate frente a hechos puntuales y no tan puntuales, generar conocimiento desde la diferencia.
¿Será que la persona la que leí, me habrá leído...?
jueves, 23 de enero de 2020
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